Yonqui europeo:
Amanece sin esperanza en el barrio del todo se puede, despertador marcando la hora de salir no sabiendo muy bien si se vuelve. Desinterés absoluto por el entorno no habiendo nada más para hacer. Lo más sensato será gastar centavos en desechos del mundo moderno para ingerirlo como fórmula de la felicidad. No hubieras cambiado tu vida para ser otro, porque los otros tampoco la pasan demasiado bien.
La miel fresca que reaviva tus instintos de hombre sano mancha la nariz de tu perro lamiendo la poca sangre que desperdician tus venas. Perro amigo que te ayuda a aumentar tu cuota mensual de dinero. Caminatas llenas de imágenes vivas y mentoladas, se van cortando en pequeñas porciones de tiempo, acorraladas por falta de aire y de olor a muerte. La cerveza pegada a tu mano como la aguja enterrada en tu médula. Fuiste joven europeo con un porvenir glorioso en el interior de tus bolsillos, ahora sos yonqui máximo investigador de las relaciones amorosas entre las estrellas y el desecho metálico del universo.
Yonqui sureño:
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